Podemos definir la Biblioteconomía como el conjunto de
conocimientos que son precisos para que las bibliotecas puedan cumplir sus
funciones y sus fines, de acuerdo con las necesidades de los usuarios.
Algunos de estos conocimientos son teóricos, pero otros son
prácticos, y van a estar íntimamente relacionados con lo que se ha venido a
llamar el arte de administrar una biblioteca para cumplir sus fines (sobre todo
los conocimientos prácticos).
Según se haya puesto más o menos énfasis en los conocimientos
teóricos o en los prácticos, la Biblioteconomía será considerada como una
ciencia o como una práctica, la cual está constituida por un conjunto de normas
de administración y organización de la biblioteca que se adquieren sobre todo
con la experiencia.
En la actualidad, la Biblioteconomía se está considerando más
como una ciencia, porque realiza de un modo sistemático y metódico un enfoque
de los problemas prácticos que suponen la organización y administración de
bibliotecas. Existe un corpus de teorías, de principios de carácter general, de
normas, de análisis de resultados, etc, aceptados por la mayoría de los
profesionales de las bibliotecas y de los organismos de los que dependen estas
bibliotecas.
Este reconocimiento de la Biblioteconomía como ciencia tiene
un doble carácter: por un lado, es un tipo de reconocimiento epistemológico; y
por otro, es de carácter racional, tanto por la existencia de revistas
especializadas en Biblioteconomía, como por la existencia y celebración de
congresos especializados, y también por la existencia de la disciplina en las
universidades.
Según ese reconocimiento epistemológico, ocurre que por
encima de lo que es una mera transmisión de conocimientos y de experiencias de
carácter práctico, existe una investigación científica realizada con métodos
científicos, y los resultados de esa investigación se van reuniendo dentro de
ese corpus científico, con el desarrollo de una serie de principios y un
lenguaje técnico específico de carácter científico.
Según ese reconocimiento social, se ve en la sociedad que
existen unos investigadores en Biblioteconomía que son perfectamente
identificables y se diferencian de otros. Éstos se reúnen en congresos a los
que acuden con los resultados de sus investigaciones, que a su vez se publican
en revistas especializadas.
Pero la Biblioteconomía ha adquirido su consagración
definitiva con su estudio en las universidades.
La Biblioteconomía comienza a desarrollarse en Alemania en el
siglo XIX a partir
de un autor alemán llamado Scherenttinger, que
consideraba la Biblioteconomía como el conjunto del conocimiento y de las
habilidades necesarias para la gestión de la biblioteca.
Éste divide la Biblioteconomía en dos conocimientos: los
relativos al estudio de la institución bibliotecaria, de sus fines y objetivos;
y los relativos a la colección, la disposición ordenación y clasificación.
Hasta mediados del siglo XX la biblioteca no era otra cosa
que un lugar de conservación ordenada y organizada de libros. Por esa razón, la
Biblioteconomía se centraba, sobre todo, en la elaboración de catálogos o en el
estudio de normas para la administración de la biblioteca.
El concepto actualmente ha cambiado. Hoy la biblioteca es un
sistema de información y comunicación social, y por lo tanto, su finalidad
esencial es procurar comunicar esa información, tanto la que contiene de manera
física como aquella a la que se puede acceder a través de la biblioteca.
Leyes de Ranganathan.
Ranganathan era un bibliotecario indio que estableció cinco
leyes denominadas Los cinco principios de Ranganathan. Más que leyes, se
trata de unos principios de actuación:
El libro es para ser usado.
Podemos decir que el bibliotecario anteriormente se
consideraba más que un servidor de libros un guardián de éstos. Si gastamos
nuestro presupuesto en adquirir un libro para conservarlo en un lugar reservado
sin posibilidad de uso, esto resulta antieconómico y antisocial.
Cada lector debe tener un libro.
La finalidad última del bibliotecario es el servicio, lo más
ajustado posible, a las necesidades de los usuarios. Debe procurar, por tanto,
que cada uno de los usuarios pueda localizar el libro o el tema que le
interesa; puede tratarse de un libro concreto o de una información concreta, y
una u otra deben ser servidas por el bibliotecario dentro de este segundo
principio.
Cada libro debe tener un lector.
La biblioteca debe ser dinámica, es decir, debe acudir al
encuentro del lector.
Una de sus funciones es que los usuarios conozcan las nuevas
publicaciones. Cada libro comprado o incluso publicado tiene dentro del ámbito
de la biblioteca unos lectores potenciales a los que la biblioteca debe llegar
y será misión del bibliotecario conocer a sus posibles usuarios para poderles
ofrecer aquel libro que les interese, proporcionado al usuario una información
personalizada.
Debe ahorrarse tiempo al lector.
Los servicios de información de la biblioteca deben estar
dispuestos para que los usuarios obtengan la máxima satisfacción de sus
necesidades. Además, debe hacerlo de la manera lo más rápida y eficiente
posible.
Un servicio bibliotecario llega a convertirse en inservible
si es demasiado complicado ya que resulta antieconómico desde el punto de vista
del tiempo.
La biblioteca crece.
La biblioteca crece y se modifica porque se va adaptando a
las nuevas condiciones. Una virtud que debe tener toda biblioteca es su
adaptabilidad a las condiciones cambiantes, no debe quedar anclada den el
pasado, debe estar abierta a las innovaciones (nuevas formas de distribución,
de formatos, de publicación, ...), y supone también tener las condiciones
necesarias para acceder a aquellos materiales cuya posesión directa no tenga.
Se han hecho estudios acerca de los cinco
principios. Line, profesor de universidad, ha hecho un estudio a
finales de los años 70 de estas normas, y ha llegado a la conclusión de que en
muchas bibliotecas se cumplen estas normas pero en sentido contrario.
Line enuncia otros cinco principios:
Los libros son para coleccionarlos.
A algunos lectores sus libros.
A algunos libros sus lectores.
Haga perder el tiempo al lector.
La biblioteca es un mausoleo en crecimiento.
CONCEPTO Y DEFINICIÓN DE BIBLIOTECONOMÍA. RELACIÓN CON OTRAS
CIENCIAS.
Para la mayoría de los autores la palabra tiene un origen
etimológico que, a su vez, va a reunir tres palabras griegas: biblion; theke; y
nomos.
Sin embargo, para Richter, es una mezcla de dos
palabras: biblioteca + economía.
Se refiere al término economía en su sentido más original, es
decir, referido a la organización, administración y gestión de la biblioteca.
Por eso, considera que la Biblioteconomía es el arte de
organizar las bibliotecas, que es tan antiguo como ellas mismas, aunque sus
principios que rigen su administración se han ido desarrollando más tardíamente
y generalmente a partir de la práctica, porque algunos usos se fueron
imponiendo poco a poco para que fuesen efectivos.
El primero que habló de Biblioteconomía, aunque sin citar la
palabra, fue Gabriel Naudé, bibliotecario del cardenal Mazarino, que en
1627 escribió Aviso para organizar una biblioteca. En esta obra podemos
encontrar los orígenes de la Biblioteconomía como ciencia.
Sin embargo, la palabra no aparece hasta el siglo XIX. Fue el
francés Constanten quien publicó un libro, Biblioteconomía.
Instrucciones sobre el arreglo, la conservación y la administración de las
bibliotecas. Ya en el prólogo de su obra separa la Biblioteconomía de la
Bibliografía, y pone énfasis en los conocimientos tecnológicos que hasta
entonces habían sido despreciados.
En su obra estudia una serie de problemas que plantean los
distintos elementos que pueden constituir la Biblioteconomía:
Las colecciones: su formación, crecimiento, clasificación,
catalogación, conservación, etc...
Los usuarios: Se preocupa de aquellos deberes que tiene el
bibliotecario para cada usuario y los problemas que tienen tanto los usuarios
como el propio bibliotecario, los referentes al préstamo de la colección y el
acceso a los libros.
La biblioteca misma, pero en tanto que es un servicio
organizado, es decir, se preocupa de todo lo referente al reglamento, personal,
locales, aspectos económicos, contabilidad, etc de la biblioteca.
Podemos observar que estos problemas que
plantea Constanten son los mismos que los de un bibliotecario actual,
y éstos son la materia de enseñanza de la Biblioteconomía.
Un principio que hay que tener en cuenta es que actualmente
ninguna biblioteca es suficiente por sí misma, y están empujadas por las
necesidades documentales del mundo moderno, de modo que no tienen otro camino
que la cooperación para la cual es indispensable la normalización de las
prácticas y de los usos, desde el punto de vista de las tareas administrativas
y de las biblioteconómicas.
La palabra Biblioteconomía tiene origen etimológico griego:
biblion (Libro), theke (caja) y nomos (Norma). Así, se define como la ciencia
que estudia las normas para guardar los libros en las cajas, que por extensión
son las bibliotecas.
Se ha definido también la Biblioteconomía como el conjunto de
conocimientos teóricos y técnicos relativos a la conservación, organización y
administración de la biblioteca.
Los tratadistas alemanes dividen la Biblioteconomía en dos
partes:
La organización, en la que se estudia todo lo relativo a la
fundación de los libros, la adquisición, la catalogación y la colocación.
La administración, en la que se estudia todo lo relativo al
personal de la biblioteca, la conservación, el sostenimiento y uso de la
biblioteca.
Pero otros autores sostienen que esta división es puramente
teórica, ya que una y otra son dos aspectos perfectamente complementarios.
Ellos hablan de unas condiciones extrínsecas fundamentalmente
para que exista la biblioteca y, por otro lado, unas condiciones intrínsecas.
Dentro de las condiciones extrínsecas estarían el edificio, el mobiliario, el
personal y hasta los recursos financieros de la biblioteca. Dentro de las
condiciones intrínsecas estarían la colección, las adquisiciones y el uso de la
biblioteca.
El teórico Buonocore distingue dos partes dentro de
la Biblioteconomía:
Parte técnica, dentro de la cual se encontrarían las tareas
de la selección y adquisición de los fondos, la catalogación, la clasificación,
la ordenación y la colocación.
Parte administrativa, donde se encontraría todo lo referente
al local (arquitectura, mobiliario e incluso el personal), lo referente a la
conservación de los fondos, lo referente al uso de la biblioteca, a los
recursos financieros, al régimen legal y a las estadísticas.
Para formar, mantener y organizar una colección y cumplir su
servicio, tradicionalmente viene siendo necesario tener conocimientos de una
serie de ciencias que tienen relación entre sí y que están fundamentadas en una
formación fundamentalmente humanística, es decir, es necesario conocer la
historia del libro, artes gráficas, conservación y restauración,
características bibliográficas, historia de las bibliotecas y técnicas
bibliotecológicas especiales (catalogación y clasificación).
Actualmente la cantidad y variedad de soportes ha hecho
prácticamente imposible el agotar los conocimientos por parte del
bibliotecario, que son mucho mayores para formar, organizar y poner en servicio
la colección, que ya no está exclusivamente formada por libros sino que puede
estar constituida desde libros tradicionales hasta la información que
proporciona una terminal conectada a una base de datos. Sin embargo, existen
todavía unas ciencias cuyos conocimientos que aparecen como necesarios para los
actuales bibliotecarios.
La Bibliotecología: Tiene un origen etimológico griego,
biblion - theke - logos (tratado), el tratado de las bibliotecas. Se trata de
un conjunto sistemático de conocimientos referidos al libro y a la biblioteca.
Este término resulta más amplio que el de Biblioteconomía
porque abarca tanto la ciencia del libro como la de la biblioteca. El término
está aceptado de manera muy amplia y de forma muy especial en Hispanoamérica,
incluso en España se está usando cada vez más.
Biblioeconomía: Tiene origen griego, biblion - oikos (casa),
ciencia que rige la organización de la casa de los libros. Este término es
usado sobre todo en Hispanoamérica.
Bibliotaxia: Origen griego, biblion - taxo (arreglo o
organización), arreglo de los libros.
Para tratadistas franceses e italianos está bastante
utilizado, y según ellos estaría muy próximo al de Biblioteconomía. Sin
embargo, en los países anglosajones se viene utilizando “Librarianship”
(Inglaterra) o “Library Science” (EEUU). El primero viene siendo la ciencia de
los profesionales de la biblioteca y el segundo la ciencia de los libros.
Bibliología: El tratado de los libros.
Bibliotecnia: Aspectos técnicos de los libros (impresión,
encuadernación...).
Bibliografía: Descripción de los libros. Se estudia con el
fin de componer repertorios.
Bibliotecografía: Descripción de las bibliotecas.
Archivística: Ciencia afín a la Biblioteconomía aunque se
diferencian fundamentalmente en su objeto material (los documentos-libros).
Documentación: ciencia que reúne, analiza y difunde los
documentos especialmente actuales (artículos de revista, patentes, informes,
listados, ...)
Aunque las dos ciencias pueden trabajar con materiales
comunes existen diferencias entre una y otra, que se encuentran en el modo de
trabajar los materiales.
La Biblioteconomía los clasifica, describe, organiza y coloca
en las estanterías correspondientes para que el usuario pueda extraer la
información que le interesa por sí mismo.
La Documentación elabora, analiza y resume la información
contenida en los materiales y los difunde. Se ha dicho que la Documentación
comienza donde termina la Biblioteconomía.
En España hay varios autores que se han preocupado de definir
la Biblioteconomía como ciencia.
Emilia Currás considera la Biblioteconomía y la
Bibliotecología como ciencias de la documentación. Establece la diferenciación
entre ellas por el tipo de documentos que trata. La Biblioteconomía y la
Bibliotecología tratan libros, la Archivología documentos, y la Documentación
trata libros además de otros documentos.
Considera la Biblioteconomía y la Bibliotecología como
ciencias de la Documentación.
Carrión Gútiez considera la Biblioteconomía como el
estudio de las técnicas necesarias para la organización y funcionamiento de la
biblioteca. Esto no quiere decir que niegue su carácter científico, sino que
diferencia dos tipos de conocimientos; teóricos y prácticos.
La Biblioteconomía actual se ha convertido en una ciencia
interdisciplinar en relación con otras ciencias, pero con unas características
distintas. Si tradicionalmente las ciencias con las que se relacionaba eran de
carácter humanístico, hace tiempo que la biblioteca ha pasado a estar considerada
como un servicio social, con lo cual también ha de adquirir matices de ciencia
social. Este matiz se vio muy acentuado en los antiguos países socialistas, por
eso, en ella se mezclan ciencias muy distintas como la teoría de la
comunicación, la informática, la lingüística e incluso la psicología o la
sociología.
Aunque no podemos olvidar que la Biblioteconomía sigue
necesitando de todas esas ciencias, cada vez más está integrada dentro de las
ciencias de la documentación e información, y necesita dar un conocimiento más
completo y más “documentado”.
Categories: Bibliografía, Libros de Consulta